Tuesday, February 12, 2008

La necesidad de reinventar el gobierno

La sociedad dominicana requiere hace tiempo una nueva generación en la política y de los políticos, que le de rumbo y certidumbre a nuestra realidad.

Cuando decimos “nueva generación”, no estamos hablando de otra cosa que producción de ideas, de nuevos estilos, nuevas formas de hacer las cosas, que dejen de lado las prácticas arcaicas de muchos de los líderes de nuestro país. Requerimos, en nuestras instituciones, un liderazgo capaz de impulsar la infraestructura económica básica de la sociedad.

Es decir, agua, energía eléctrica, comunicaciones y servicios urbanos. Estas inversiones posibilitarían el desarrollo de los sectores de la actividad económica, mejorando así los servicios sociales básicos; la educación, salud, cultura y demás.

El impulso de una reforma científica y tecnológica debe ser precedido por el acondicionamiento institucional para no pecar de soñadores.

Es decir, se nos hace imposible pensar en un país donde las computadoras estén al alcance de las mayorías, si ni siquiera existe un sistema energético efectivo.

En nuestro país, lejos de avanzar en materia de reformas profundas, nos hemos batido, los últimos cuatrienios, en reformas superficiales y meramente económicas que de ningún modo pueden tocar fondo, porque no contamos con un aparato estatal institucional capaz de viabilizar esas reformas en beneficio de la sociedad. Por eso, las grandes reformas de nuestra historia reciente se han festinado en largas discusiones y sesiones de esgrima verbal que no nos llevan a ninguna parte.

De ahí vemos los partidos políticos y su sistema tradicional en crisis, producto de situaciones relacionadas con lo anteriormente mencionado. De ahí, de la incongruencia entre la práctica diaria y los programas, estatutos y principios; del monopolio del poder que excluye y muchas veces golpea a los ciudadanos nace la crisis y se convierte en un cáncer que se propaga en el seno del pueblo destruyendo las esperanzas que la ciudadanía depositaba en ellos.
La mercadotecnia y la visión ligera, mediática llega a sustituir las ejecuciones de políticas gubernamentales. El dinero gastado en campaña y en clientelismo es más efectivo, para sus fines, que el invertido en impulsos serios y socialmente útiles.

Así, encontramos las razones del fracaso de partidos que cada cuatro años se presentan remozando sus ofertas, que al final no logran llevar a la práctica desde el Estado, pues su conformación impide todo avance en materia de generación política.

La “reinvención del gobierno” de la que hablaba Bill Clinton en los noventa, debe hacerse con brújula en la mano y fijando metas claras y objetivos a corto, mediano y largo plazo. De nada nos sirve una reforma institucional si la mentalidad de las personas que trazan las líneas directivas en las mismas permanece igual. Necesitamos que se piense en la política como impulso a la administración transparente, como una dimensión de respuesta a los problemas ciudadanos. Reflexionemos. Hay que dar otro sentido a la política.

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