Tuesday, February 12, 2008

Constituyente o no.

La Asamblea Constituyente es definida por algunas voces de las ciencias políticas y sociales, como la reunión de personas electas, representantes del pueblo, que tienen a su cargo dictar la ley fundamental del Estado o modificar la vigente. Atendiendo a dicha definición, la Constituyente sería un mecanismo representativo para dar a nuestra República una nueva Constitución.

Muchas veces hemos repetido que lo realmente necesario para que nuestro país marche por la vía institucional va más allá de una reforma de la Ley Sustantiva. Se requiere de empoderar la ciudadanía para hacer que lo escrito en la Constitución, en el texto modelo de sociedad, sea materializado. Sin esto, sirve de poco, las extensas discusiones bizantinas y los costosos elencos electorales que darían la idea de que vivimos en un país más democrático, porque el pueblo es quien elige a quienes redactan la Carta Magna.

La vida institucional dominicana requiere ser fortificada, requerimos una organización estructural horizontal. Concebimos el Estado como un ente organizado alrededor de leyes. Pero esas leyes, debido a la carencia de mecanismos institucionales, no logran tocar fondo. No contamos con una necesaria plataforma jurídica y mucho menos una cultura ciudadana para asumir el “momentum” constitucional de la forma indicada en una democracia.

La manera de construir esa cultura ‘constitucionalizante’ es regando por los distintos rincones del país el mensaje de reforma y promoviendo el debate. ¿Cómo hacer eso? ¿Cómo lograr empoderar a una ciudadanía e involucrarla en un proceso al que no ha estado acostumbrado? ¿Cómo constituir el debate ciudadano en foco de propuesta constitucional?

¿Es posible hacer lo señalado mediante una Constituyente que embarque al país en un proceso de elección de representantes, que sin duda estará viciado por compromisos y banderías políticas? No. La respuesta, sin duda, es una forma operativa que movilice a los diferentes sectores a participar en la cuestión constitucional sin lesionar la voluntad ciudadana y sin excluir los temas importantes que responden a la diversidad y complejidad de ese aparato social llamado pueblo.

Para darnos una Constitución efectiva y legítima requerimos un órgano de análisis, reflexión y discusión que no obvie los temas que atañen a mayorías y minorías, pues ambas, forman el todo constitucional y deben ser incluidas en el cuerpo de la Ley suprema.

Para esto, para construir una ciudadanía a la altura de una Ley de leyes moderna y progresista, para diseñar un Estado incluyente y socialmente responsable, preferimos un método alterno que logre combinar la legitimidad popular, acompañada de la participación directa de la ciudadanía y la pericia de los grandes constitucionalistas para reformar la Constitución. Preferimos la consulta ciudadana.

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