Pais de ideas
El país adolece de ideas. No hay duda que padecemos un déficit de generación y creatividad increíble en nuestras clases mandantes, el pueblo y en nuestras clases mandatarias, los políticos. Queremos reafirmar la necesidad de promover un liderazgo distinto en el que brillen, más que nombres y caras, grandes ideas.Concebir ideas requiere de formación, de una educación bien llevada y de la superación del estado de necesidades en que nos encontramos. Por eso, es preciso señalar que para tener un “país de ideas” se requiere, primero, construir una base social con necesidades cubiertas. Es decir, con facilidad de alimentación, salud, vivienda y empleo. Ser esclavo de las necesidades humanas es un impedimento para la concreción de proyectos a largo plazo. Requerimos invertir en las principales carencias, y suprimir las grandes faltas del pueblo dominicano.
La ciudadanía, sumergida en un proceso de autocomplacencia, debido a la innegable negligencia de los liderazgos, ha decidido desentenderse de los asuntos de la política. Para superar este problema real, se requiere la configuración de un liderazgo gerencial basado en propuestas, en planes y proyectos y relegando a un segundo plano las personas. Es decir, un liderazgo en equipo, que plantee soluciones efectivas a los problemas que aquejan nuestra sociedad.
Plantear una sustitución futura del liderazgo, desde una óptica diferente, exige ciertos sacrificios del liderazgo actual. Acciones que muchos, por sensatez, estarían dispuestos a ceder, pero que otros, por mezquindad se negarían a realizar. Un ejemplo de esto es el clientelismo político, cáncer maldito que ha hecho metástasis en la sociedad dominicana degradando la dignidad de quien recibe y concediendo poder desenfrenado e irresponsablemente asumido a quien da.
Esa herencia maldita del balaguerato debe ser desterrada de los esquemas de nuestro sistema político, pues hace daño tanto a la clase dirigente, pues dificulta el accionar transparente por la necesidad de recursos económicos, como a la gente común que sin saberlo condena su futuro a cambio de cubrir una necesidad inmediata.
La clientela, el rentismo, son males incompatibles con un sistema donde las ideas priman. Para obtenerlo, requerimos la modificación del Estado, desde el punto del sistema electoral, el acceso a fuentes de recursos que puedan ser utilizados en campaña, hasta la concienciación de la ciudadanía al respecto.
Cuando le fue otorgado el Premio Nacional de la Juventud, en el año 2003, el joven abogado y político Eduardo Sanz Lovatón expresó su deseo de que sus hijos nacieran en un “país de ideas y no de liderazgos personales”. Paradójica frase, para algunos, viniendo en ese entonces de un dirigente juvenil de un partido político plagado de liderazgos personales. Con el tiempo se demostró que el mensaje no era palabrería y el joven decidió abandonar el partido en que militaba y formar otro por un asunto de ideas.
Somos capaces de generar la energía para llenar las academias de nuevas tecnologías, avances informáticos, eficiencia de los trabajos que acrecentarían el desarrollo nacional. Mientras más cabezas piensan, más rápido avanzamos. Si podemos hacerle entender al liderazgo nacional la necesidad de mayor inversión en educación, podríamos avanzar muchos años en nuestra ruta por la historia. De no hacerlo, nuestro país entraría en franco retroceso.
Un “país de ideas” concreta una realidad donde cada uno puede expresar con dignidad lo que piensa y ser escuchado, que el liderazgo se entienda como una suerte de mecanismo de progreso, que nuestro día a día sea una caminata hacia el desarrollo. ¿Es posible lo que planteamos? Vamos a averiguarlo!
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