Salud: De lo público a lo privado.
En días pasados, leyendo la prensa matinal, vimos un artículo que llamó nuestra atención. Se trata de un texto de opinión que hace apología al nivel de las empresas privadas que administran salud en nuestro país. Un artículo lleno de dardos envenenados hacia el desempeño del sector público y al sistema hospitalario, que en lugar de ser respaldado para su mejoría, es cada día más golpeado por sectores y capitales interesados.
Ese artículo intenta defender la idea de que el gobierno dominicano haya invertido veinticinco millones de dólares en un proyecto hospitalario privado, cuando nuestras instituciones públicas de salud adolecen de la miseria más inmerecida y nuestros pobres sufren la carestía y el abandono en dichos recintos. Los defensores del proyecto hospitalario se valen de las descalificaciones al servicio público en aras de la defensa de una inversión privada.
Se pretende descartar al Estado, estableciendo sus deficiencias como planificador, administrador e inversionista en cuestiones de salud. Además se plantea la crítica a los trabajadores de la medicina, estableciendo que no han sido los colaboradores idóneos, que no cumplen con los requisitos para la ejecución de las reglas esenciales para el ejercicio médico y el funcionamiento de los centros de salud. Estas críticas frontales a nuestro sistema de salud, del cual no desconocemos su deficiencia, pero tampoco las razones de las mismas, son una muestra de la poca sensibilidad que existe entre algunos sectores de nuestro país.
¿Se trata acaso de sustituir una clase por otra, porque a la que le corresponde asumir una función no puede cumplir a cabalidad con la misma, muchas veces, o todas las veces, por causas ajenas, como son en este caso las precariedades del sistema? ¿Se trata de sustituir a políticos y médicos en la labor de trazar y acatar las líneas que regulan y definen el curso del programa de asistencia?, si acaso existe.
Quizá pueda pensarse que nuestro juicio es contradictorio; no lo es. Lo que buscamos es reivindicar al sector público en la función que le corresponde. No queremos de ninguna manera que continúen las practicas que el articulo en cuestión señala de dejadez, falta de vigilancia y mala administración; pero no es al sector privado que le corresponde asumir esa función, si hablamos de la salud. Los inversionistas, que traen muchos beneficios a nuestro régimen económico, no van a cubrir las necesidades de salud de la fuerza motora de la nación, porque simplemente no es su objetivo.
Creemos que la solución no es invertir en proyectos privados para sustituir los públicos. Se trata de crear instrumentos, invertir en salud, regular, auditar, recomponer, dinamizar y descentralizar el servicio médico. El sector privado, los empresarios carecen del objetivo esencial que debe tener quien maneja un sistema de salud. Necesitamos, más que una escuela privada de medicina, que todas las públicas funcionen.
Más allá de entregarnos a manos privadas, que tienen criterio de empresa, reforcemos el sistema de salud, hoy deficiente, pero salvable, para poder levantarnos del largo letargo que hemos vivido, debido a la complicidad entre sectores poderosos, nacionales y extranjeros con aquellos que el artículo que leímos cuestiona, en desmedro de ese sistema decadente. Necesitamos crear un sistema de salud pública fuerte, no seguir debilitándolo para benificiar a manos privadas, como ha ocurrido “desde el primer gobierno reformista hasta el último peledeísta”. ¿Quienes son culpables de la deficiencia de la salud pública? Abramos los ojos!
0 Comments:
Post a Comment
<< Home