Democracia paritaria.
Históricamente se ha preparado a las mujeres y a los hombres para desarrollar funciones sociales en diferentes ámbitos, el de lo público es protagonizado por el hombre y la mujer mayormente se ha resignado a lo privado.Esta es una realidad que no se comprende en una sociedad democrática y viene a ser uno de los tantos factores que nos hacen dudar de la existencia real de dicho sistema en nuestra política. Así como no existe una democracia social, ciudadana, ni económica, tampoco vemos una democracia con igualdad de género.
Si los estados democráticos se caracterizan, teóricamente, por garantizar la participación y representación de la ciudadanía, habría que empezar a rendir cuentas del coste que significa tolerar el déficit democrático que supone que la participación pública de las mujeres no sea representativa de la parte de la población a la que se refiere, que supera la mitad de los ciudadanos; y habrá que preguntarnos por qué el hombre es privilegiado al participar en casi la totalidad de la administración pública.
Obviamente existe un desequilibrio, y éste le resta credibilidad al sistema democrático. De ahí la necesidad de poner en pie diversas iniciativas que propongan instrumentos posibilitadores de sistemas de participación-representación equilibrados. Para ésto se requieren campañas de conciencia colectiva y sobre todo incentivo a la participación.
Hoy en día la mujer ha alcanzado niveles de formación que nada le envidian a los de los hombres, en cualquier área, sin embargo este avance no se refleja en el accionar político. Vemos que son muy pocas las Secretarías de Estado que son ocupadas por mujeres en el gobierno actual. De igual manera ha ocurrido en todos los anteriores gobiernos y en el Congreso Nacional donde sólo hay dos senadoras de las treinta y dos representaciones y en la Cámara de Diputados donde hay 24 diputadas de ciento cincuenta representantes.
Han pasado cincuenta y tres años que se le reconoció el derecho al voto a la mujer y aún queda pendiente la inserción plena de las mismas en el espacio público, en la toma de decisiones políticas, en las fórmulas de gobierno.
Las mujeres son, por derecho y dignidad iguales a los hombres. Su formación y acceso a los medios de estudio es igual al nuestro. Por eso, abogamos por la participación paritaria de la mujer en el gobierno y su inserción en el espectro político, su protagonismo en la toma de decisiones que le afectan en igual medida a hombres y mujeres.
Es cierto que una medida en esa dirección nada cambia en el ámbito de la efectividad y la ética de las políticas públicas, pero sin duda es un paso necesario para la ‘democratización de la democracia’, es decir, la necesidad de ampliar el espacio de la democracia para recomponerlo de manera efectiva.
El hecho de ser mujer ha sido penalizado por la tradición y la costumbre, eclipsando las libertades de las madres de todos nosotros. Creemos que en República Dominicana es tiempo de cerrar esa brecha que ha existido entre hombres y mujeres, con paridad democrática.
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