"Elogio de la locura"
En nuestros artículos anteriores hemos expresado la profunda necesidad de sustentar un ejercicio ético en la política. Hemos hablado en repetidas ocasiones sobre la necesidad de profundización de lo que creemos es el bien mas preciado de nuestro sistema político, la democracia.
En los años que han transcurrido desde el final del balaguerato, hemos observado casos curiosos: los partidos políticos que representan el mecanismo procesal más expedito para llevar a cabo las conquistas y transformaciones que el pueblo demanda, al erigirse en el poder central, acaparan los mecanismos y los emplean en beneficio de cúpulas inescrupulosas. Esa práctica es repetida en las diferentes administraciones que han pasado por Palacio.
Hoy, nos encontramos en un sistema supuestamente tripartidista, en donde las tres opciones presentan una sola oferta: más de lo mismo. Ante este fenómeno, hemos visto como en el interior de los mismos partidos se han generado las contradicciones más profundas, provocando esto la ruptura de sectores que componen un mismo partido pero que simplemente no se sienten representados en el seno de este.
Producto de este fenómeno que señalamos, hemos visto el surgimiento de una nueva opción, un proyecto que podría interpretarse fruto del deseo de un dirigente político, para algunos fruto de la locura y la precipitación de un grupo de hombres, pero que en realidad corresponde a la reacción catalizada por el interés nacional de encontrar fuerzas nuevas (no sólo por nuevas), con un contenido doctrinario y un objetivo visible. Síntoma de la homogenización de los tres partidos del sistema tradicional se genera hoy una pregunta, a la que el Partido Revolucionario Social Demócrata esta dispuesto a responder.
¿Hacia dónde vamos? Cierto es, que nos han mantenido durante más de 10 años en un simple cambio de colores y nuevos rostros en la administración, pero a fin de cuentas, las opciones no han variado, y no han variado porque no son distintas, porque se agotó la potabilidad y la creatividad de los lideres que nos representaron en un momento porque levantaron su voz contra acciones que al fin y al cabo terminaron secundando.
Ante ese vacío, ante esa falta de discurso político, ante ese péndulo que nos lleva de un lado a otro sin ningún motivo específico, nos vemos obligados a preguntar si vale la pena cambiar por cambiar, o si realmente podemos construir entre todos una fuerza que nos lleve a un cambio profundo, sustancial, positivo e incluyente.
La coherencia es un valor político en vías de extinción. Los principios han querido ser desterrados del ejercicio político, para implantar un régimen vacío en donde solo priman intereses cuestionables y muchas veces dirigidos por los mismos actores con diferentes personajes.
Se aprecia una oportunidad. Vemos el nacimiento de una fuerza que pretende sentar bases y hacerlo de una forma efectiva y moderna. Ha nacido con figuras que han demostrado coherencia, que han demostrado entereza y valor al defender los principios. Ha comenzado con intelectuales honestos y brillantes, con una cantera de jóvenes dispuestos a desarrollarse y dar lo mejor de sí por su país. Ha nacido con respuestas prácticas y llenas de contenido. Crece y se multiplica con rapidez, pero sin improvisaciones, pues combina la experiencia con la innovación. Se expande para extirpar los tumores, para sacar la mala res.
Las fuerzas políticas tradicionales tienen muchos méritos, todas, pero al parecer la mala res se enseñoreo con el liderazgo en el corral e impuso su inconducta, dañando de esta manera a mansos y a cimarrones. El Partido Revolucionario Social Demócrata abre sus puertas y sus ventanas para combatir los males tradicionales. Pero no a base de improvisación e idealismo, lo hace formando nuevos líderes que trabajen con lo mejor de las pasadas generaciones para hacer futuro.
Los jóvenes que observaban sin rumbo tienen un espacio, las mujeres que buscan estar representadas tienen un lugar, los ancianos desprotegidos y abandonados por el olvido del tiempo y un Estado indecentemente irresponsable han encontrado una defensa.
Trabajemos unidos, sin pasión pero sin vacilación, por fortalecer un partido que más temprano que tarde, sabrá ganar y asumir dignamente lo ganado y así fortalecer la democracia. De este árbol que nace en nuestra tierra, brotará la savia que hará nacer nueva rama, nueva flor y nuevo fruto.
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