Un legislador para la educación.
Hace pocos días vimos como en el Congreso Nacional surgió un proyecto para exonerar de impuestos la entrada de máquinas tragamonedas. Muchas personas, con razón o sin ella, salieron a responder esta iniciativa alegando que provocaba alteraciones en la conducta de los menores e incitaba al gasto y al vicio. No queremos referirnos al tema en términos personales, sino contribuir al debate con una aportación que creemos necesaria en los tiempos actuales.
Así como permitimos que un legislador proponga la eliminación de los impuestos a unas máquinas improductivas, creemos prudente cuestionar la razón por la cual un jugador, en un casino o en una banca de apuestas puede disfrutar del uso de una máquina tragamonedas sin ser castigado por el fisco y al mismo tiempo un joven universitario vaya a una librería y tenga que asumir el peso de la carga impositiva para adquirir una herramienta tan necesaria para su formación como es un libro de texto.
La educación es la vía del desarrollo humano. No podemos pretender llevar adelante un proyecto de Estado Social de Derecho con una ciudadanía profundamente olvidada y marginada por un sistema educativo excluyente y una clase dirigente que prioriza los juegos de azar sobre la formación de los dominicanos y las dominicanas.
Para que nuestro país avance en materia económica, no se requiere - y ahí reside la miopía de algunos legisladores- de una gran cantidad de personas con suerte que ‘peguen el palé’, se saquen la lotería o puedan ganar dinero en maquinitas. La cultura del tener que nos han querido imponer, ha llegado al extremo de utilizar como slogan político de aspirantes y negociantes con alusión a “las maquinitas de los cuartos”.
Es una realidad que para subsistir, los dominicanos y dominicanas necesitamos aumentar nuestros ingresos. Sin formación es muy difícil que logremos alcanzar niveles de bienestar. El trabajo digno, el esfuerzo diario, requiere del soporte del conocimiento tan necesario en la nueva sociedad de la información.
El sistema educativo debe ser reformulado. Debemos reorientar la política educativa y asumir el compromiso de crear una ciudadanía consciente. La participación de la comunidad debe ser parte esencial del proyecto educativo. Hay que reconocer ese valor básico para la formación de ciudadanos que es la lectura. Si no conectamos la lectura con los contenidos curriculares del aula, estamos perpetuando la ignorancia de los niños y niñas.
Consideramos necesario impulsar reformas en dirección a cambiar el régimen educativo, a crear capital humano, difundir cultura y explotar conocimientos. Esto requiere, sin dudas, un compromiso presupuestario y buscar formas de hacer que la educación, la formación y el desarrollo, llegue a los sectores más recónditos de nuestro país. Por eso consideramos oportuno evaluar la necesidad de subsidiar los libros, de que el Estado promueva la lectura más allá de los eventos culturales donde muchos se reúnen a pasarla bien. Necesitamos medidas efectivas y legisladores que se comprometan con la educación.
Así como permitimos que un legislador proponga la eliminación de los impuestos a unas máquinas improductivas, creemos prudente cuestionar la razón por la cual un jugador, en un casino o en una banca de apuestas puede disfrutar del uso de una máquina tragamonedas sin ser castigado por el fisco y al mismo tiempo un joven universitario vaya a una librería y tenga que asumir el peso de la carga impositiva para adquirir una herramienta tan necesaria para su formación como es un libro de texto.
La educación es la vía del desarrollo humano. No podemos pretender llevar adelante un proyecto de Estado Social de Derecho con una ciudadanía profundamente olvidada y marginada por un sistema educativo excluyente y una clase dirigente que prioriza los juegos de azar sobre la formación de los dominicanos y las dominicanas.
Para que nuestro país avance en materia económica, no se requiere - y ahí reside la miopía de algunos legisladores- de una gran cantidad de personas con suerte que ‘peguen el palé’, se saquen la lotería o puedan ganar dinero en maquinitas. La cultura del tener que nos han querido imponer, ha llegado al extremo de utilizar como slogan político de aspirantes y negociantes con alusión a “las maquinitas de los cuartos”.
Es una realidad que para subsistir, los dominicanos y dominicanas necesitamos aumentar nuestros ingresos. Sin formación es muy difícil que logremos alcanzar niveles de bienestar. El trabajo digno, el esfuerzo diario, requiere del soporte del conocimiento tan necesario en la nueva sociedad de la información.
El sistema educativo debe ser reformulado. Debemos reorientar la política educativa y asumir el compromiso de crear una ciudadanía consciente. La participación de la comunidad debe ser parte esencial del proyecto educativo. Hay que reconocer ese valor básico para la formación de ciudadanos que es la lectura. Si no conectamos la lectura con los contenidos curriculares del aula, estamos perpetuando la ignorancia de los niños y niñas.
Consideramos necesario impulsar reformas en dirección a cambiar el régimen educativo, a crear capital humano, difundir cultura y explotar conocimientos. Esto requiere, sin dudas, un compromiso presupuestario y buscar formas de hacer que la educación, la formación y el desarrollo, llegue a los sectores más recónditos de nuestro país. Por eso consideramos oportuno evaluar la necesidad de subsidiar los libros, de que el Estado promueva la lectura más allá de los eventos culturales donde muchos se reúnen a pasarla bien. Necesitamos medidas efectivas y legisladores que se comprometan con la educación.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home