Tuesday, February 12, 2008

El coronel golpista y su "democracia"

El contradictorio comandante de la “revolución bolivariana” se ha confesado demócrata en un sinnúmero de ocasiones. Ha sido un predicador imparable de la dimensión económica, social y política del sistema democrático, sin embargo ha dado muestras de su intolerancia, haciendo galas de sus orígenes.

Las botas han sido históricamente para pisotear derechos y libertades, Bolívar es un ejemplo. Quizás el coronel Chávez Frías quiere emular las formas del “Libertador” a casi tres siglos de aquel contexto, al cerrar Radio Caracas Televisión.

Como argumento para el cierre de la cadena mediática sostiene que se trata de un canal golpista. Parece no recordar que fue precisamente el golpismo lo que lo catapultó, de ser un oficial desconocido, a la gloria internacional de ser el nuevo paradigma de la izquierda crispada. El presidente Chávez olvida que fue su intento de golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez lo que le dio un nombre político que luego le permitió obtener el éxito que indudablemente ha conseguido.
Al parecer, ese que tanto ha criticado la visión minimalista de la democracia, que reduce el espacio de la misma al campo electoral, ha olvidado sus prédicas y acoge la democracia como el hecho de ganar las elecciones, obviando las libertades públicas y derechos que este sistema supone.

Los medios no bolivarianos, aunque defiendan y representen intereses particulares (sean de oligarcas, burgueses, empresarios, políticos corruptos o no) forman parte del entramado social que compone el sistema político venezolano, y para que exista gobernabilidad se requiere de una interrelación entre todos los sectores.

El neo-populismo, cobijado en divisiones sociales científicamente impropias, plantea una definición de democracia bastante pobre, al asumir al pueblo como el conjunto de personas que tienen poco poder adquisitivo.

La prensa, cuando es ruda con quienes gobiernan, aún sin tener la razón, incrementa la democracia. Un golpe de expresión es un hecho democrático, pues la prensa no obliga, convence, no golpea, induce, no violenta ni pisotea, aún cuando las ideas que defienda estén equivocadas. Censurar los medios de comunicación, por cualquier razón, constituye un retroceso a grandes escalas y un crimen contra las conquistas centrales de las luchas democráticas.

La democracia no se debe andar predicando cuando no es practicada, pues termina en decepción. Sucede que muchas veces los principios se congelan, las palabras se suspenden en los momentos discursivos y no cobran ningún significado en la toma de decisiones. El pluralismo, la diversidad, la tolerancia, son valores irrenunciables de un verdadero demócrata, porque forman parte de la naiboa de la democracia.

El presidente Chávez tiene muchas cualidades en su haber. Ha demostrado ser un gran administrador, un excelente político y polemista, y ha sido ratificado, con todas las de la ley, en múltiples ocasiones por la votación popular. Ahora, su reto es demostrar su vocación democrática y capitular en sus arranques impulsivos que podrían llevarlo a estampar su nombre en la historia como otro político seducido por las mieles del poder y convertido por la intolerancia en el primer déspota latinoamericano del siglo XXI.

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