Tuesday, February 12, 2008

El suicidio ciudadano

Semánticamente la palabra suicidio se podría definir como la muerte de uno mismo. Viene del latín sui caedere, es el acto de quitarse la propia vida. Un acto cuyos efectos son visibles en la simpleza de la definición que postulamos.

Hemos tomado este término como referencia a la permanente y creciente tendencia de los sectores ciudadanos a mantenerse ajenos al acontecer nacional. Y decimos que es una muerte inducida por sí mismos, porque se trata, la apatía e indiferencia, de la carencia de controles efectivos a los actores del sistema político, lo que terminará, lamentablemente, en la descomposición institucional de nuestro Estado y de la arquitectura social.

La ciudadanía, inducida por su falta de compromiso, dejadez o desinterés, se arrastra a la vida cotidiana ajena de participación y seguimiento a los asuntos públicos. Quienes se dedican a la actividad política, una esfera profesional con limitaciones e imperfecciones por todos conocidas, se sienten libres de hacer y deshacer, dejando de lado la observación a las normas principales del comportamiento ético por falta de la vigilancia activa de quien pasa factura electoral.

Tras la actuación desbordada, la mugre y el escándalo y sobre todo, cuando el problema le toca la puerta propia, el ciudadano se detiene y predica su asco, su conmoción ante el vaho que se desprende de los estamentos que rigen la vida pública. Así entramos a un círculo vicioso que conecta intereses corruptores (poderes fácticos) e intereses corrompidos (poderes políticos). De esta manera, el tercer actor (ciudadano), que debería ser el primero, por su propia indiferencia queda relegado para que el rentismo se alce, en detrimento de la sociedad, con el santo y la limosna.

La clase política, acosada por todos los frentes, disminuida al descrédito, produce indiferencia y repulsión en el ciudadano que decide vivir su vida ajeno a toda actividad pública. Entonces, entra en escena el “poderoso caballero”, a suplir la necesidad del político de comprar su espacio, condenándole a ser estéril para cualquier objetivo de cambio estructural. Las personas con intenciones de aportar, con posible preparación y honradez deciden continuar su vida privada en paz sin “mancharse las manos” ¿Quien gana?

0 Comments:

Post a Comment

<< Home